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Mostrando entradas de junio 29, 2008

Un color

Cabalgo sobre los desafiantes rayos del sol del mediodía; otorgo finitud a la enormidad tórrida de los desiertos; me eternizo en los innumerables milenios de la gota de ámbar que aprisionó a un insecto ya fosilizado; resplandezco orgulloso en las zigzagueantes lenguas del fuego; dormito sobre el aroma de los pétalos de las gualdas; lánguido, me dejo mecer por el viento en las frágiles espigas de los trigales; atraigo, desde los estridentes tubos de neón, las miradas perdidas de los transeúntes; tremolo, ya inquieto y cauteloso si del todo erguidas, ya triste pero sosegado si a media asta, en flameantes banderas que simbolizan naciones; soy aplastado, persigo y soy perseguido, como y soy comido y me divierto, cuando tiño las fichas que recorren un tablero como un laberinto; atraigo, en fin, el mal fario –eso al menos dicen- sobre los toreros que temerariamente me eligen para sus trajes.