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Mostrando entradas de abril 21, 2009

Humo

La primera vez que Abel llegó tarde a casa, encontró a Lisa esperándole. Fumaba un cigarrillo con la vehemencia de los que esperan los resultados de una biopsia. Sentada en el sofá, con una bata de seda color salmón, tenía un aire tan angelical, de su rostro emanaba tal inocencia que desarmó los argumentos que había preparado Abel para justificar su retraso. Se sentó junto a ella en el sofá y encendió un cigarrillo; le ofreció uno a Lisa que acababa de apagar el suyo y le acercó la llama del encendedor. Fumaron juntos, dando hondas caladas al principio, para ir reduciendo la fuerza de la aspiración a medida que se reestablecía la paz en el salón. No hubo preguntas ni reproches. Abel se lo agradeció. Estaba cansado. Se habían casado hacía tres meses. La primera vez que Abel dio una bofetada a Lisa tras llegar tarde y bebido, ella no trató de defenderse, pero mantuvo su mirada fija en la de él hasta que le desarmó la furia infundada. Él se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo. L