Un grácil trío de gaviotas caprichosas Con su dulce aleteo secaron aquel día Mis ojos, y sin detener su dulce fantasía Desarrugaron también mi frente cavilosa. Y danzaban un dulce baile de misterio, De alas que blancas cruces semejaban Y parecíame a mí que señalaban La que para mí había en el cementerio. Partió mi barco hacia un destino incierto Atravesando un mar de mil auroras Y veía yo en el mar vasto desierto. Tras la vaga fragancia de las amapolas Se despidió mi corazón en aquel puerto De tres gaviotas que quedaron solas.
Un alienígena alucinado.