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Pecar


Según Bertrand Russell, el cielo es un lugar donde, por milagro, la monotonía no cansa. Menos mal, porque pasarse la eternidad entre seráficos querubines de aladas formas, contemplando una divina faz de la que emana en cada momento la misma paz y el mismo amor, flotando entre nubes algodonosas y tocando el arpa todo el rato, debe de ser un coñazo de mucho cuidado. No sé quién dijo una vez que le gustaría ir al cielo por las vistas y al infierno por las compañías. Estoy por afirmar que las personas más interesantes que en el mundo han sido pueblan ahora el infierno y le prestan un glamour del que el cielo, sospecho, carece. Puestos en la tesitura de  prolongar eternamente nuestras vidas, aunque no sea en este mundo, yo prefiero de largo las llameantes estancias pobladas de fascinantes pecadores que configuran el infierno a las impolutas praderas paradisíacas del Edén, donde se abigarran insulsamente santurrones y puritanos que en su puta vida han echado un polvo como es debido. Por eso yo no dejo pasar la ocasión de pecar; y tras pecar sigo sintiendo la tentación –que venzo en un plis plas- de pecar otra vez; y otra, y otra…; y, cuando termino, como me encuentro en el séptimo cielo, me entra el pánico y vuelvo a pecar.

Comentarios

Haldar ha dicho que…
Que vivan los pecadores! Salud!De verdad que ese mundo de alla arriba (si es que realmente esta arriba), debe ser de un aburrido subido, lleno de aquellas monjas que jamas sintieron un orgasmo, que horror...A mi que me dejen en el calorcito de alla abajo, que de seguro tambien sera de ese que llamamos "calor humano"
Sirena Varada ha dicho que…
No es por discrepar, pero según lo que describes y en justa compensación ¿quién se atrevería a garantizar que los pecadores no irán al cielo?
Habrá que andarse con ojo.
Luis Recuenco ha dicho que…
Estoy convencido que muchos pecadores, los más atrevidos y los menos mojigatos, van de hecho al cielo..., porque para ellos es el cielo el infierno.