Ir al contenido principal

El viajero

Nunca está uno tan radicalmente solo como cuando viaja en soledad.  En territorio desconocido, desaparece esa seguridad artificial que proporcionan las referencias de lo cotidiano, de lo familiar, y se es más que nunca uno mismo, sin posibilidad de máscaras ni de disfraces, desnudo y desvalido ante una realidad distinta que, como un espejo, refleja la auténtica imagen de lo que uno es. Fuera de nuestro territorio, de nuestra zona de confianza, las amenazas se multiplican y nuestras alarmas se disparan al menor indicio de peligro. Sin proponérselo, aun sin desearlo, se está más alerta, menos relajado, a merced de la desconfianza y el recelo. Vive uno, por un tiempo, entre otra gente de costumbres distintas, en otra cultura con diferentes matices que la propia, en otro mundo al que no hay tiempo para adaptarse, ni siquiera para conocer debidamente. Es el destino del viajero nómada, migratorio: rozar apenas el envoltorio de nuevos mundos sin penetrar en ellos. Forastero en todas partes, el viajero errabundo se adentra por voluntad propia en lo desconocido para llegar a conocer, en medio de una vasta soledad, algo más sobre sí mismo. Ese es el anhelo auténtico del viajero, llegar a su propio interior y sentirse allí cómodo, convertirlo en su patria. Dejar de ser un forastero para sí mismo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Tempus fugit

Decía Oscar Wilde que es muy difícil acostumbrarse a dejar de ser joven, porque joven es lo que uno ha sido toda la vida. Estoy empezando a comprender el verdadero sentido de la frase. Desde hace algún tiempo mi mundo parece estar convulsionado, es diferente siendo el mismo, se me antoja otro, con matices que antes no apreciaba y que lo transforman por completo, como cuando una mujer se arregla para una fiesta y de repente la ves de otra manera porque parece otra con los arreglos y los afeites, aunque en el fondo siga siendo la misma. Pues de un tiempo acá noto que mis sobrinos, que eran unos macacos hace nada, empiezan a parecerse a los adultos que dentro de poco serán; que mis mayores, hasta ayer mismo adultos lozanos, van perdiendo lustre día a día, tropiezan más, se les olvidan los encargos, encogen y se arrugan. Y yo me siento atrapado entre esos dos tsunamis de la existencia: el que arroja al mundo vida joven y el que se lleva vida vieja. Y me siento descolocado, desubicado, per...