Te me acercas lo justo para que brille mi pupila
Y te alejas enseguida, vanidosa en tu belleza,
Sabedora de tu poder, veleidosa, de cruel entereza
Mientras sangre negra y seca mi costado destila.
Vienes y vas y no paras un segundo tranquila
Demorándote en mi agonía ¡pírrica proeza!
Zahiriente, inmisericorde, preñada de tibieza
Moral, que es maldad mezquina y me aniquila.
Tú por tus regiones y yo en mi huerto
La distancia entre ambos insalvable,
Desde que te conocí lo supe cierto:
Que no podría existir, eso impensable,
Un lazo que una suprema voluntad tendiera
Por que no se realizara lo irrealizable.
Comentarios