Aunque soy consciente de la necesidad de una estructura política que gobierne y mire por los intereses de un estado, estructura política que, desde luego, en el supuesto utópico de que desempeñase la función para la que fue concebida y, por ende, limitándose a procurar la buena marcha social impidiendo desmanes y fomentando aquello que suponga una mejora para el pueblo, y hasta suponiendo -que ya es suponer- que a ese único fin se encomiende, no puedo creerme que estas nobles metas se materialicen, en la dimensión abrupta que sirve de escenario para tales menesteres, sin que un mínimo, asumido y tal vez inevitable grado de podredumbre arruine lo perseguido por esa estructura política, en el más benévolo de los escenarios, y con un escandaloso y deplorable compadreo de cariz expoliador si nos atenemos a la lamentable realidad del habitual comportamiento de algunos grupos sociales (emparentados, en nuestra tierra, con la especulación inmobiliaria.)
Acabo de perderme, pero creo que estaba disgregando sobre la posibilidad de que una microsociedad artificial y prefabricada se comportase exactamente como lo haría una sociedad homónima genéticamente preparada para la autodestrucción, como es el caso de muchos grupos humanos, cuyo más insigne representante puede ser OT, de desagradable memoria. La pregunta final –porque todos buscamos preguntas desde que científicos y psicoterapeutas nos convencieron de que las respuestas carecían de sentido y hasta eran inapropiadas- sería entonces :”¿Podemos crear artificialmente un modelo de sociedad que no generase tensiones ni angustias en el individuo como ente singular y, a solas, absolutamente ajeno a esa sociedad que le asquea?”. “¿Podríamos alcanzar un relativa felicidad sustituyendo el concepto de creacionismo universal como trampolín para alcanzar cotas de especulación mental que a lo mejor son hasta obscenas por el inefable placer que proporciona un partido entre, digamos, Real Madrid y Barcelona?”
Yo diría, insomne como soy, y bastante habituado a los cambios metabólicos de mi organismo, que hace años que no me proporciona una semanita de cordialidad conmigo mismo (no hay nada más difícil de soportar que una serie de días buenos) que no. ¿No a qué? A, pues ya no recuerdo, la verdad, pero al menos tengo sueño.
Comentarios