Ir al contenido principal

Mareos


Dicen que el universo se expande, que las galaxias se mueven, que los astros giran alrededor de las estrellas, pero yo no percibo ese movimiento cósmico, yo estoy parado y no me siento empujado por ninguna fuerza, ni tampoco me mareo, con lo propenso que soy desde chico. Pero el hecho es que si es verdad que estamos en continuo movimiento de traslación y rotación, si es cierto que el universo se expande deberíamos preocuparnos. Es más, alguien debería decirnos hacia dónde vamos, y para qué demonios. ¿Es acaso viajar el motivo de existencia del universo? Pero entonces deben existir un origen y un destino, o no, y si es que no tenemos un problema filosófico, o físico, o un problema a secas. Pero si después de todo sí existe un destino deberíamos saber cuál es para saber a qué atenernos. Y también si ese destino es el final de todo y allí acabaremos muertos, o quizás algo peor. Y si no es el final sería bueno que supiésemos si es acaso el principio de algo nuevo, de otra cosa, y si esa cosa es mejor cosa que esta cosa que ya conocemos, porque si no lo es yo al menos preferiría quedarme donde estoy, que para empeorar siempre hay tiempo; pero nadie me consulta, nadie me dice nada, sólo sé lo que dicen quienes dicen que saben que el universo se mueve, que bien pensado eso es fácil de decir, pero yo no noto nada, pero nada, nada. Ni un simple mareo. Además, si el universo es todo cuanto existe, ¿por dónde demonios se mueve? ¿Acaso por otro universo que le sirve de plataforma? ¿Tal vez cae por el vacío y al final nos estrellaremos? ¿O somos succionados por una especie de aspirador enorme que nos acabará engullendo? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta. ¡Qué mareo!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

La inutilidad de algunos tratamientos

Cuando los padres de Miguelito llevaron a su hijo al psicólogo a causa de unos problemas de adaptación en el colegio se quedaron sorprendidos del diagnóstico: Miguelito era un superdotado para casi todas las disciplinas académicas pero un completo gilipollas para la vida. El psicólogo les aconsejó que no se preocuparan porque esto era algo relativamente frecuente y además se podía intentar solucionar con una terapia adecuada. El niño era un fuera de serie en lo abstracto y un completo negado en lo práctico. Así que se estableció un programa terapéutico que debía dar los frutos deseados en un año a más tardar. Ya desde las primeras sesiones el terapeuta advirtió que los resultados iban a depender en buena medida de la inversión de la gilipollez de Miguelito, que parecía tener más calado psíquico que las habilidades por las que destacaba su mente. A pesar de los diferentes métodos usados por el especialista para frenar lo indeseable y potenciar lo más valioso en la mente del niño, ning...