La película 'El indomable Will Hunting' me pareció una parábola triste acerca del destino del hombre de ciencias en la sociedad actual. El papel que desarrolla ese hombre (por muy brillante que sea su cerebro) no está claro para nadie, menos para él mismo. Dónde colocar a un matemático prodigioso es un enigma; ¿qué utilidad práctica tienen las matemáticas? Nadie fuera del mundillo científico lo sabe, y los de dentro tampoco del todo porque sus conocimientos son consecuencia de una inquietud desmesurada e incomprensible para un ciudadano de a pie por lo abstracto, por la belleza inmaculada de los números, de los conceptos numéricos, de la irrealidad perfecta. Will Hunting, el protagonista, posee una calidad matemática que apabulla, intimida y genera rencores, porque ningún matemático consagrado admite que un chaval de veinte años posea lo que él no tiene: una facultad innata para descifrar sin esfuerzo problemas matemáticos pensados para dar caña a los más sesudos académicos, como hizo Fisher en el ajedrez.
La película, insisto, me pareció una parábola, pero una parábola almibarada. Will tiene problemas de afectividad que enmascara tras un apabullante eruditismo fruto de sus lecturas relampagueantes sobre los más diversos temas. Posee una memoria fotográfica, y su chica (no hay tragedia sin amor imposible) se lo hace notar. Esa es toda la información acerca de su portentoso don que recibe el espectador; además de que un reputado matemático con síndrome de dios lo envidia y le quiere programar la vida.
El resto es un melodrama convencional donde al final todo el mundo sale ganando.
La película pertenece a la estirpe del melodrama con final feliz. El uso y el abuso que se hace de lo científico como medio de cultivo de la trama es, como siempre, superfluo. La medalla Fields como equivalente cuatrienal al inexistente premio Nobel de matemáticas tal vez necesitó una mejor aclaración. Lo prometedor de la película, sin duda, fue el guión, escrito a dos manos por dos futuras estrellas de Hollywood: Matt Damon y Ben Affleck.
Comentarios
Apunte que no se si hacer: mi vocación siempre ha sido la matemática y la resolución de problemas, nadie es perfecto.