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Enjuiciar

 Desde que la agencia de rating erótico Standar&Suck ha rebajado mi calificación sexual a nivel de “Polvo Basura” con perspectiva negativa ligo menos que Michael Jackson en una orgía con mujeres de verdad. No es que yo haya sido o sea un don Juan precisamente pero tampoco tengo vocación de monje o de cura (no me van los niños) y considero una injusticia lo que han hecho conmigo. Los que se dedican a juzgar a los demás con conocimiento del peso de su veredicto deberían recapacitar sobre lo irónica que puede ser la vida. Por ejemplo, los sindicatos en España se manifiestan ante cualquier medida que suponga o pueda suponer un atentado contra el 'estado del bienestar', concepto éste que nadie se ha tomado la molestia de explicar, menos los sindicatos. Ahora resulta que un grupo de trabajadores despedidos por un sindicato se manifiestan del mismo modo que lo harían compañeros de empresas privadas, con la singular variante de que ningún sindicato los va a apoyar. Y eso es algo lamentablemente irónico. Quienes viven de juzgar (sin ser jueces, claro está) a los demás y alterar con sus opiniones el destino de muchas vidas deberían recapacitar, repito, sobre las ironías de la vida, porque la vida es ante todo despiadada, por ser imparcial e importarle un comino lo que les suceda a quienes la transitan y también porque le encantan las ironías justicieras. Así que yo me esforzaré en mis labores amatorias para que me suban la nota y recuperar un prestigio que a lo mejor no me merezco pero que me vendrá de coña y los sindicatos deberían esforzarse para no convertirse en una de esas empresas que tanto les disgustan, y también caer en la cuenta de que si un sindicalista es despedido por un sindicato porque a este no le alcanza el dinero para cubrir su nómina, ese sindicato va camino de convertirse en una empresa capitalista y despiadada que tal vez solo la creación de otros sindicatos de segunda generación que velen por mantener a los sindicalistas de primera generación en el 'estado del bienestar' consiga mantener en pie la estructura deletérea de ese sindicato. Y así sucesivamente. El único economista de renombre que acertó lanzando una frase lapidaria respecto a la economía mundial fue, creo, John Maynard Keynes cuando afirmó: “A largo plazo, todos estaremos muertos.”

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