La comprensión absoluta entre dos
personas es una quimera. Para comprender del todo al otro no basta
con disponer de información sobre él, aunque esa información fuera
exhaustiva. La comprensión nace de una voluntad de entendimiento que
está limitada por el sesgo de parcialidad que esa voluntad introduce
en el proceso. Para conocer de verdad a alguien habría que 'ser esa
persona' literalmente, y eso es una imposibilidad.
Lo triste es que sin compresión no hay
verdadero perdón, y el perdón, como dijo Camus, es la justicia
última. Estamos condenados a ser injustos unos con otros, a no
perdonar del todo. Somos islas rodeadas de islas separadas por un mar
insalvable de desentendimiento. Esa es la historia de nuestra
especie, el mapa implacable de nuestras almas, el destino previsible
de nuestros corazones solitarios, la posible razón de nuestra
mortalidad.
Comentarios
Pero, ¿qué difícil ponerse en la piel del que sufre otras no vividas por nosostros? ¿no?