Ir al contenido principal

Esos amores

Mi amiga Lenuskana es una romántica escaldada por el romanticismo, aunque ella no lo sabe. Cree que el amor es el trampolín para la felicidad. Yo, que la desilusioné mucho, contemplo impotente su inamovible creencia de que el amor verdadero acudirá en su salvación; y sufro por ella. El amor, como cualquier otro sentimiento, es relativo, y depende tanto del convencimiento de su perdurabilidad como de la sinceridad para con la otra persona que cada cual se digna condecer. Pero el problema surge cuando ese relativismo, en algunas personas -¿la mayoría?-, degenera en hipocresía, y eso duele cuando, tarde o temprano, acabas advirtiéndolo. No puedo pedirle a mi amiga que se deshaga de ese amor canceroso, lo único que me está permitido hacer es sentarme y escuchar sus penas. O lo que tenga que decirme.

 

Comentarios

cubete's kids ha dicho que…
Querido compañero, tengo algo que confesarte, yo soy una romántica al igual que tu amiga.
Creo en el amor y no sé lo que es, pero a mí, me hace feliz.
Mañana será otro día y tal vez hablemos de desamor, pero hoy no
Luis Recuenco ha dicho que…
Pues entonces ¡que nunca llegue el mañana!

Entradas populares de este blog

Política extraña

Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d

Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin

Anécdota sobre Dalí

Refiere Fernando Arrabal una anécdota sobre Dalí que tal vez arroje alguna luz sobre la compleja personalidad del pintor. Según cuenta el escritor se encontraban ambos en Nueva York y Dalí invitó a Arrabal a una fiesta privada en la que era muy posible que se dieran prácticas orgiásticas.