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Escribir mal

Afirmaba Chesterton que se podía recopilar el peor libro del mundo seleccionando únicamente pasajes de los mejores escritores del mundo. Y es que cuando los grandes escritores escriben mal, no solamente escriben de pena sino que lo hacen durante muchas páginas. Habla de Dumas, de Tolstoi, de Proust y de tantos otros que no nombra. También los más grandes saben escribir mal, y de sus miserias aprendemos los demás, porque como bien dice Enrique Páez, nada absoluto se aprende de quien todo lo hace bien y es necesario encontrar el lado oscuro de lustrosas plumas para tomar nota de los errores que ni siquiera ellos pueden evitar cometer pero de los que tanto aprendemos los que no aspiramos al Olimpo de las letras y nos conformamos con disfrutar escribiendo lo que nuestro humilde corazón nos dicta. Juan Benet escribe a Javier Marías en carta privada –que éste hace pública- que lo máximo que nos puede brindar una novela son retazos, momentos, imágenes ya para siempre grabadas en nuestra memoria literaria; y se pregunta si una novela toda ella buena no sería más bien una mediocridad monótona. Faulkner, que fue y sigue siendo una referencia para tantos escritores noveles y aun consagrados, no pasa para Nabokov de ser un sobrevalorado escritor sureño que no supo salir de sus campos de algodón. Confieso que cada vez me cuesta menos abandonar un libro, por afamado que sea, por la mitad o incluso ya cercano el final, aunque lo usual es que interrumpa su lectura entre las páginas cincuenta y cien.

No existen libros de obligada lectura, sino una bibliografía personal forjada a base de afortunados encuentros y oportunas recomendaciones, felices hallazgos debidos a la minusvalorada  serendipity. Le preguntaron a Bioy en una de las últimas entrevistas que concedió antes de morir qué opinaba sobre el Quijote de Cervantes. Cándidamente sincero, respondió “lo leí pero ya lo olvidé”. ¡Qué no daría yo por recordar la esencia de cuanto he leído y olvidado! Aunque tal vez esa esencia sí perdure, después de todo, en el inaprensible estrato subconsciente de nuestra alma creadora, que tanto bien y tanto mal nos causa.

 

Comentarios

hombredebarro ha dicho que…
Si es que tanto el acto de leer como el de escribir están sobrevalorados. Si la relación con esas dos actividades, tan parecidas en el fondo, fuese sencilla y cotidiana, nos pasaría como con la comida. Resultaría esencial para la subsistencia, sin el valor añadido o caché con el que nos los quieren vender.
En verano los políticos siempre presumen del libro que están leyendo. ¿Por qué? Porque no leen nunca. ¿No es mejor en verano hacer mil actividades antes que leer? Seguro que sí, o dependerá de los gustos. Pero a ver cuál se atreve a decir que prefiere pescar a leer.
De todas formas, me he ido por las ramas. Tu pòst es muy interesante. Casi todos los escritores escriben-imos muy mal, o por defecto o por exceso.
Un saludo.
Luis Recuenco ha dicho que…
He replicado cariñosamente tu comentario, pero la maldita red inalámbrica del hotel en que me hospedo no lo ha querido publicar.
Gracias y un saludo
Luis Recuenco ha dicho que…
A ver si ahora funciona). Básicamente, para escribir aceptablemente bien hay que haber sabido leer antes. Y eso no nos lo han enseñado, al menos a mí.
Enrique Páez ha dicho que…
Siempre que me encuentro en otro espejo me pasmo. Vaya memoria la tuya. No me queda más remedio que estar de acuerdo conmigo. Y contigo. Un abrazo

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