Mi fino olfato de perro callejero me lleva hacia ti atravesando el manto brumoso y tenue de la noche. Merodeo por tus contornos y suplico con la mía una mirada tuya que disipe las tinieblas que me envuelven. Soy un superviviente de mil amores naufragados y mi vida zozobra de nuevo ante la galerna que desata en mi seno tu callada promesa de no ignorarme del todo. Tu presencia llena mi mundo y tus aromas de azahar alimentan mi pálida condición de perro loco y solo. Me humillo a tus pies, suplico en silencio una caricia, un murmullo amable, una mirada, algo, nada. Perplejo una vez más, casi abatido, me alejo tristemente de tu vera, aún esperando un milagro de última hora: un silbido tuyo, una llamada, para correr hacia ti ciego de alegría, ni siquiera esperando unas migajas, un reseco hueso de las sobras de tu misericordia, sino sólo contemplarte, eternamente contemplarte durante unos minutos por última vez una vez más, antes de que me eches de tu lado como siempre, y me aleje para siempre con el perfil de tu desprecio grabado a fuego en mi pecho desdichado. Como siempre.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
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