Soy un gnomo. Pasó hace apenas una hora. Mientras paseaba por mis naranjales vi una estrella fugaz yb deseé un ilusión, porque desde chico me han dicho que siempre se cumple lo que pides tras ver a una estrella fugaz. Y eso hice,deseé. Pensé en lo mal que va todo, en las familias que sobrevivien apenas sobre el umbral de pobreza, en los niños de países pobres condenados a matar y a morir sin vivir una vida verdadera. Pensé en lo mal que hacen las cosas los países ricos para solucionar los problemas del mundo, sospecho que por miedo a que una reestructuración del sistema les arrebatase parte de su riqueza. Pensé en los enfermos que no tinen cama en los hospitales porque no cotizan ni nunca han cotizado, porque no saben ni han sabido cómo hacer eso, o porque no han querido, simplemente, hastiados de tanta burocracia inoperante. Pensé en los errores de Dios, en sus aciertos, en su posibilidad. Tanto pensé que terminé vacío de pensamientos, me convertí en el ciudadano mediocre que siempre he temido ser; por eso al ver la estrella fugaz he deseado ser un gnomo, porque si eso es posible cualquier cosa lo es. Y ahora soy un gnomo. Nunca hay que perder la esperanza. La última esperanza, ahora lo sé, somos los gnomos.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
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