Yo
cuento el cuento de una estrella sin noche, de un rumbo sin barco, de
un llanto que llora una risa sin fin. Cuento un cuento sin final que no deja huella,
esa huella fácil que solo está en el fin. Cuento cuentos sin contar
contigo, cuento historias que dejan dormir, las olvidas con la
rapidez de un parpadeo y no echas de menos principio ni fin. Cuento
lo que invento sin que me lo pidas, y yo y los inventos nos llevamos
bien: yo imagino un imposible idiota y ese pobre idiota ya vive sin
mí. Cuento lo que siento sin sentir de veras, cuento lo que un tonto
no supo contar, cuento lo imposible y hasta lo impensable que antes
que yo alguno ya pensó por mí; y lo hizo posible, y no él sino el
tiempo, que estropea los cuentos de nunca acabar. Cuento mis
miserias, cuento mis mentiras, cuento mis anhelos, cuento mi verdad.
Cuento tus sonrisas, cuento tus silencios, cuento los minutos que nos
quedarán. Cuento sin descanso, cuento sin contar, cuento sin aliento
si te cuento a ti. Cuento por decreto, cuento por condena, cuento lo
que cuento sin poder contar lo que contaría si me lo pidieras, lo
que contaría si fueras verdad.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
Comentarios