Ir al contenido principal

Los zapatos nuevos XII

 Y aunque la determinación de Pablo Ramos, con su impecable traje y sobre todo con una pistola dentro de su maletín, pudiera parecer inquebrantable, el amasijo de violentas pasiones que se desataba en su alma hacía mella en esa determinación. Sabía, o al menos intuía, lo que debía hacer, lo que creía su obligación y al mismo tiempo le flaqueaba el ánimo ante ese compromiso. No obstante, apretó con furia la cartera y aceleró el paso hasta su primer destino, la tienda del hindú. Entró sin llamar y una vez en la sala principal se relajó y de repente se dio cuenta de que estaba empapado en sudor. Notó la camisa pegada al cuerpo y mojada y vio que la mano que asía el maletín tenía un color violáceo por la presión con que lo agarraba. Entonces pensó que relajarse no tenía sentido, por más que el hindú le infundiera confianza en su momento. Con mucho sigilo abrió el maletín y sacó la pistola. Con el mismo sigilo miró una por una las piezas adyacentes sin percibir otra cosa que silencio y un orden que ya había notado en su anterior visita. Casi se alegró de que no hubiera nadie y ya estaba a punto de volver al salón principal para recoger el maletín cuando una voz lo dejó rígido.

-¿Busca algo, efendi?

El hindú apareció en la parte opuesta del salón, vestido a su usanza y sin signo alguno de descompostura, como si hubiese estado allí todo el tiempo.

-Sí -respondió Pablo Ramos intentando no demostrar su nerviosismo-, te buscaba a ti.

-Pues aquí me tiene, efendi -y el hindú lució una sonrisa socarrona.

Pablo trataba de esconder la pistola tras su espalda pero notó que le temblaba la mano. Tras unos segundos buscando una firmeza que se le escapaba decidió dejar aquel quehacer a la fortuna.

-Háblame, para empezar, de los zapatos.

-¿Los zapatos que le han abierto los ojos al efendi? -la sonrisa socarrona del hindú se acentuó y a Pablo se le antojó ofensiva.

-Exacto, esos zapatos. De lo demás hablaremos después.

-¿De lo demás, efendi?

-Sí, de lo demás, y no te hagas el lelo, que lo sé todo.

-¿Puedo preguntar al efendi que entiende por 'todo'?

La serenidad del hindú ponía cada vez más nervioso a Pablo.

-Pues todo todo, y a mí no me vaciles o... -iba a decir 'o te pego dos tiros', pero no quería delatar la posesión de una pistola-... o te llevas una manta de ostias.

La sonrisa del hindú no se alteró.

-Pero efendi, si yo solo te he ayudado.

-Y antes que a mí, ¿a quién otro? Y tal vez me ayudaste porque ese otro te lo ordenó.

-¿Eso piensas, efendi?

-Eso pienso -y la voz de Pablo delataba su duda.

-Has venido muy seguro, efendi, muy decidido, con pistola y todo -Pablo alargó el brazo renunciando a ocultar más tiempo la pistola-, ¿tal vez pensabas matarme? ¿me culpas de tus males? Tú eres el único responsable de tus desdichas, efendi, tú eres el autor de tu vida, ¿por qué no te pegas un tiro y acabas con tus tristezas? No eres capaz ¿me equivoco? No tienes...

Sonó un disparo y el hindú cayó. Pablo sudaba sin parar. Sonó otro disparo. Pablo cayó al suelo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

La inutilidad de algunos tratamientos

Cuando los padres de Miguelito llevaron a su hijo al psicólogo a causa de unos problemas de adaptación en el colegio se quedaron sorprendidos del diagnóstico: Miguelito era un superdotado para casi todas las disciplinas académicas pero un completo gilipollas para la vida. El psicólogo les aconsejó que no se preocuparan porque esto era algo relativamente frecuente y además se podía intentar solucionar con una terapia adecuada. El niño era un fuera de serie en lo abstracto y un completo negado en lo práctico. Así que se estableció un programa terapéutico que debía dar los frutos deseados en un año a más tardar. Ya desde las primeras sesiones el terapeuta advirtió que los resultados iban a depender en buena medida de la inversión de la gilipollez de Miguelito, que parecía tener más calado psíquico que las habilidades por las que destacaba su mente. A pesar de los diferentes métodos usados por el especialista para frenar lo indeseable y potenciar lo más valioso en la mente del niño, ning...