Es ya un tópico decir que la humanidad ha progresado sólo en la vertiente materialista, pero que en lo moral estamos igual que hace diez mil años. Yo no estoy de acuerdo para nada. En mi opinión hemos evolucionado moralmente, sólo que -al igual que ocurre en el progreso material- esa evolución ha sido mucho más acusada en algunas capas de la sociedad que en otras, lo que es coherente con la teoría evolucionista darwiniana. En los estamentos más arribistas de nuestra sociedad el criterio ético fundamental ha evolucionado en el tiempo para pasar de ser 'obra correctamente' -de acuerdo con el canon moral vigente- a 'obra de modo que luego no tengas remordimientos'. Y esto es un logro moral sin precedentes. Porque hagas lo que hagas siempre estarás a salvo de la carcoma de la culpa, y como según los sabios no hay peor juez que uno mismo, quien practique esta nueva ética siempre será inocente ante sus propios ojos, que son los que importan. Sí, ya sé que es una postura un tanto cínica y por tanto contraria a la ética, pero en el mundo en que vivimos, ¿quién sobrevive a tanto embrollo ético, político y jurídico sin caer en alguna pequeña contradicción? Es humano y hasta saludable. Además, la ausencia de culpa permite escribir a algunos de estos paladines de la nueva ética, en cuanto salen de la cárcel, un libro en el que detallan cómo han conseguido mantener la dignidad en un entorno hostil y degradante y dedicarse acto seguido a negocios turbios donde la dignidad es un valor que no cotiza. (No cuentan si mantuvieron también la virginidad, pero da igual porque estos visionarios del nuevo orden mundial ya estaban muy acostumbrados a poner el culo antes de entrar en el talego). Ahora se está fraguando el siguiente salto moral que les proporcionará la estabilidad necesaria para mantener su plutocracia ad infinitum, y que será algo parecido a 'obra como te salga de los cojones siempre que no te pillen'. A los remordimientos que le den; y al resto de la sociedad también, como siempre.
¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...
Comentarios
Un abrazo