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Mostrando entradas de febrero 15, 2008

El temporal

Estoy en blanco. No sé si me saldrá algo legible así, en frío, con pesadumbre y desgana, que son los peores compañeros para una escritura feliz. Pero siempre que me siento ante el ordenador y me pongo a teclear, al final sale algo, y me sorprende porque minutos antes habría jurado ser incapaz de combinar dos palabras con un mínimo de sentido. Es enigmático y tiene algo de mágico esto de escribir, de verter tu alma en un recipiente –papel, bites, lo que sea- porque aunque al principio te cueste abrirte a la escritura, al cabo de unos momentos ésta acaba tirando de ti, reclamando más y más de tu alma, de tu ser, que es lo que entregas en cada párrafo, aunque no fuese esa tu idea, pero ya estás atrapado: la escritura te requiere y, como al de una de sirena, no puedes no acudir a su canto. Esa es tal vez la prueba más contundente de que tienes algo de madera de escritor, no controlas, te puede el gusanillo, sucumbes y te entregas al siempre dulce y doloroso parto de unas cuantas líneas,