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Mostrando las entradas etiquetadas como cuento

Las gafas

  La elegante señora reprendía al chaval mientras se retocaba nerviosamente los elaborados tirabuzones. Se veía que trataba de no descomponer la figura, de no perder el garbo. Lucía un vestido esplendoroso. -¿Me quieres decir, hijo mío, por qué me das estos disgustos? Tu profesor me ha llamado otra vez. Me ha dicho que como vuelvas a hacer novillos te expulsarán, perderás la beca. ¿Sabes lo que eso significa? ¡¿Lo sabes?! Una gota de sudor que surgió de entre dos tirabuzones amenazaba el maquillaje que realzaba el brillo enfurecido que despedían sus ojos oscuros. Se retocó de inmediato con un pañuelo de seda y detuvo el peligro. -Desde que tu padre falta me dejo la vida y la dignidad en ganar dinero suficiente para que tú no padezcas como yo, para que tengas una vida decente ¿Y cómo me pagas tú, eh? ¿Cómo me pagas, desgraciado? ¡Responde a tu madre, Pablito! -Mi padre está en la obra, usted no es mi madre y yo no soy Pablito. -¿Qué insinúas, malnacido? Ya te han comentado a...

El ladrón erudito

T ranscribo una joya del relato hiperbreve. Se titula “El ladrón erudito”.      "El ladrón se había dado cuenta de que el dinero estaba disimulado en algún libro de la biblioteca. ¡Pero había tantos! >>Comenzó por los más altos y le fue ganando la apetencia de leer, la ansiedad de adivinar. >>La casa era una casa de campo y estaba abandonada. Tenía tiempo para sus pesquisas. >>Se adentró en las páginas escritas por los que prefieren escribir a robar y gastar en eso sus largas noches. >>Él notaba que la realidad resultaba así más robada que por él mismo. >>Hubo un momento en que sin haber encontrado los billetes estaba ya en los libros de las estanterías bajas, y entonces se sintió tan preparado que hizo unas oposiciones." Ramón Gómez de la Serna , ' Caprichos'                                                                                                                                                                  ...

El crucero

Querida Montse:   Ya sabes el motivo que me impulsa a emprender este viaje, así que no mencionaré más el tema para no violentarte; sólo espero que a mi vuelta el tiempo y tu acentuada capacidad de discernimiento te hayan hecho reflexionar sobre el futuro de nuestra relación -de momento, y para mi congoja, inexistente. He decidido que voy a escribir una carta al final de cada jornada en la que te relataré lo que la misma haya tenido digno de destacar, así como mis pensamientos e impresiones del día. Después te las iré enviando, o tal vez no, tal vez me las guarde y nunca sepas de ellas, como no sabes de la verdadera dimensión del amor que te profeso, ingrata musa testaruda y esquiva, lucero de mi mañana, estrella polar de mis noches insomnes, alma gemela; siento en lo más profundo de mi ser que tu corazón de pedernal tiene una coraza a prueba de halagos, pero yo descubriré un resquicio, una mínima grieta en esa armadura para filtrar por ella mi hechizo de amor, para cautivarte ...

Amnesia

“No debes torturarte de ese modo, Aníbal,” repetía el doctor, “es un proceso lento y no siempre hay garantías de una completa recuperación. Tienes que asumir que puede que haya partes de tu pasado, de tu vida anterior al accidente, que tal vez nunca vuelvan a tu memoria. El olvido no tiene por qué ser trágico. Nuestra mente, en ocasiones, se niega a recordar sucesos traumáticos del pasado que sólo nos pueden causar dolor. Confía en ti mismo y date tiempo, verás como con el tiempo recuperas tu vida.” Recuperar su vida. Al principio de regresar a casa tras largos meses internado, le parecía imposible que hubiese tenido una vida. No recordaba, tenía amnesia por culpa del naufragio, aquel pavoroso naufragio que le había trastornado la mente; y había tenido suerte, según los médicos, se había salvado de milagro, fue el único superviviente. Pero ya estaba en casa y aquella mujer que le llamaba ‘querido’ y aquellos gemelos que le llamaban ‘papi’ eran unos desconocidos para él. Cada día si...

Kitty

A Frank se le había hecho tarde una vez más. Ya clareaba el horizonte cuando aparcó el coche delante de su casa. Al entrar miró instintivamente hacia el piso de arriba y vio un haz de luz que se filtraba por una rendija de la puerta del dormitorio. Mary estaba despierta, de nuevo esperándole. Subió y trató de parecer desenvuelto.  -Hola, cariño, ¿otra vez con insomnio?  Mary no contenstó. Estaba echada de lado en la cama, medio tapada por las sábanas y completamente inmóvil, se diría que dormía excepto por el hecho de que tenía los ojos abiertos de par en par.  -¿No tomaste la pastilla anoche?-, preguntó Frank; cambió rápidamente de tema. –Menudo trimestre llevamos, nos sale el trabajo por las orejas. ¿Cómo demonios quieren que rindamos si no tenemos tiempo ni para dormir?-.  -¿Te acordaste de la comida de Kitty?-, preguntó Mary con voz apagada.  -¡Vaya por Dios! Ya sabía que olvidaba algo. No te preocupes, en cuanto abran el super iré a por la comida, mientras puedo ponerl...