He leído a muchos entendidos explicar prolijamente cómo se debe escribir un cuento, qué se de evitar y qué jamás omitir. Los mejores cuentos que he leído incumplen escrupulosamente la mayoría de las recomendaciones de tan doctos especialistas, lo cual no invalida los dictámenes de estos, porque mi juicio sobre la excelencia de dichos cuentos es de una parcialidad inmaculada: son los mejores para mí, según mi parecer y sin hacer uso de otra herramienta para evaluarlos que mi criterio estético, que no atiende a normas ni obedece disposiciones. Hay un ‘Final para un cuento fantástico’, de I. A. Ireland, incorporado por Borges, Bioy Casares y Ocampo a su ‘Antología de la literatura fantástica’ que me parece una genialidad. Es un posible final pero también un cuento completo en sí mismo, una miniatura excelsa que se ha ganado un asiento, pese a su minimalismo, en el olimpo de la literatura fantástica. Lo reproduzco. -¡Dios mío! Dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte...
Un alienígena alucinado.