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Mostrando entradas de julio 7, 2009

El tren

Al borde de la medianoche, un automóvil parado sobre la vía del tren rompía, con los reflejos tenues que la luna arrancaba a su chapa gris metalizada, la monotonía negra que extendía su dominio hasta el horizonte, y quizá más allá, porque ninguna luz ni otro reflejo se divisaba, o no lo divisaba al menos el ocupante del vehículo, concentrado en el esfuerzo que le suponía tratar de liberar sus manos, atadas a su espalda con una cuerda fina y mordiente. Estaba situado en una postura incómoda entre los dos asientos delanteros, sentado en el del conductor pero inclinado sobre el del acompañante, y moviendo con violencia sus muñecas a lo largo del freno de mano, arriba y abajo, una y otra vez, tratando de desgastar las cuerdas que las unían. Si lo lograba, aún tendría que desatar también los tobillos, atados con una cuerda idéntica a la de las muñecas, y por último, tras despegar de su boca la cinta americana que la amordazaba y dificultaba la respiración, agitada en exceso por el esfuerzo,

La lámpara

Sólo cuando me acerco la lámpara refulge. Trato de acortar distancias con mi mano y el resplandor ilumina la habitación como si fuesen carnavales. Me asusto entonces y la voy retirando con cautela, mientras contemplo cómo la luz languidece y el metal de lo que parece una lámpara de aceite adquiere su brillo habitual, más bien opaco a la incierta luz de la luna mediada que trata de inundar, sin conseguirlo, mi habitación. La encontré en una escombrera y enseguida me cautivó. No sabría decir el porqué. Tal vez su forma trabajada por el más hábil de los orfebres –aunque yo de arte, ni flores-, o quizá su destello igual que un sollozo, o incluso su posible valor monetario. El caso es que me la traje a casa y aquí lleva tres días. Ella encima de la mesa del comedor; yo, sentado en una silla siempre a su alcance, como si temiera que fuese a desaparecer, o que me la robaran como por arte de magia. Y la duda, y el miedo.¿Qué hacer? Es sin duda un caso de hechizo, de embrujamiento. No puedo d