Ya sé que ya no soy de mi vida dueño, Que tu gozosa entelequia dentro de mí anida, Que es de mi carne y mis huesos la comida Y no hay parte de mí que no te ansíe con empeño. Eres tú la dueña de este corazón de leño Tu omnímoda sonrisa me cura las heridas, Tu luminosa mirada es el faro de mi vida, Y tu lágrima acre el argumento de mis sueños. Mi querencia por ti ya no es un accidente, Es mi amor un amor sin puertas de salida Y es también un dolor que cesa sólo al verte. Abandoné aquel combate sangriento y homicida Que al principio libré por no pertenecerte Mas mi alma se rindió y quedó a tus pies vencida.
Un alienígena alucinado.