V Se asomó a un abismo y el vértigo le cosquilleó el alma. Vio imágenes, retazos de otra vida en la pudo haber sido feliz y especial, la niña mimada de la alta burguesía, rodeada de caprichos, con sus padres a sus pies lo mismo que el resto del mundo. Le costó un gran esfuerzo enderezarse y apartar la vista de aquellos zapatos. Hundió su cara entre sus manos y estuvo así varios minutos, inacabables al parecer de Pablo, cuyo gran temor era que Blanca hubiese visto demasiadas cosas agradables que pudieran poner en peligro su unión. Así se lo dijo, con la mayor delicadeza que pudo, con un nudo en la garganta. -Ten cuidado con esos zapatos, Pa...
Un alienígena alucinado.