
Se ha confirmado la desaparición de la ‘foca monje’ caribeña, vista por última vez en 1952. Al parecer su carne y su grasa, altamente apreciadas por el hombre, han sido la causa de su caza masiva y sin control y, como consecuencia, de su extinción como especie. No me considero lo que Fernando Savater denomina con el término “ecólatra”, ni siquiera soy un ecologista militante, pero me caen bien los animales, al menos los mamíferos y las aves (los reptiles y los insectos me ponen aún más de punta mis ya puntiagudas orejas) pero sí hago uso, cuando la ocasión lo requiere o estoy de humor para ello, de mi sentido común. Y tras darle algunas vueltas al asunto, no acierto a comprender cómo se puede exterminar aquello que te da de comer y cómo no se toman medidas para racionalizar este sinsentido. Porque me atrevo a suponer que más sensato sería una caza controlada de aquellos animales en peligro de extinción y que son útiles para el ser humano que cometer reiteradas masacres que los condenan a la disminución progresiva de su población y, por último, a su desaparición definitiva.
Si bien es cierto que la sensibilización de los humanos hacia los animales comenzó sólo cuando se los pudo controlar del todo, de lo que hace relativamente poco tiempo, no menos cierto es que los avances en tecnología han propiciado, por un lado, un incremento de la demanda de ciertos animales para el uso de algunas de sus partes con fines industriales y comerciales (cosmética, gastronomía, farmacología, etc), y por otro lado, la posibilidad de darles caza con instrumentos más sofisticados y de mayor eficacia, disminuyendo con mayor celeridad el número de individuos de ciertas especies, que se ven abocadas al exterminio en poco tiempo.
A ver si me explico: a mí, Bvalltu, el hijo de las estrellas, me la suda, aunque no carezco de cierta sensibilidad y me enojan algunos comportamientos de los humanos, pero no puedo dejar de alertar sobre las posibles y más que probables consecuencias que la rotura de la cadena biológica (sobre todo a ciertos niveles) acarreará a este planeta y a sus –de momento- responsables. Luego no me digan que no les advertí.
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