Siempre hay un grado de realidad en los sueños; en los sueños que se sueñan cuando dormimos, no en los que soñamos despiertos, porque estos carecen por completo de base real y suelen ser ilusiones irrealizables producidas por nuestra incapacidad para aceptar la realidad tal como es. La base real del sueño, distorsionada por el bromista subconsciente para que no la reconozcamos con facilidad, pertenece a la esfera de nuestra mente que se ocupa de procesar los hechos, pero que no sabe exactamente cómo hacerlo. Es como el departamento de una fábrica cuya función fuese ensamblar diversos ítems par dar forma a un producto acabado y en el que las órdenes de ensamblaje se hubieran perdido o al menos trastocado, con el consiguiente desorden en tareas y procesos y el previsible atasco si no acude alguien a remediar el entuerto. En los humanos, ese alguien, ese remedio, son los sueños. Al soñar, eliminamos piezas defectuosas del alma y lubricamos su maquinaría para que no se produzcan atascos indeseados. Las pesadillas son el resultado de la incapacidad del departamento de mantenimiento para arreglar algunas averías. Los sueños placenteros, los eróticos en especial, son el resultado del virtuosismo técnico de dicho departamento.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
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