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Cuestiones económicas

Sería divertido, si fuesen otras las circunstancias y no hubiese tanto en juego para tantos, ver a los políticos en televisión debatir cuestiones económicas como si las entendieran. Ayer mismo hizo Zapatero tres afirmaciones cuando menos curiosas y que conviene analizar.

1.    La culpa de la elevada tasa de paro que padecemos en España la tiene las crisis financiera internacional.

2.    Debido a que dicha crisis afecta con saña a las economías que basan su crecimiento en el sector de la construcción y en la industria del automóvil, otros países están padeciendo el mismo problema, como Alemania y Estados Unidos, donde están ubicados la mayoría de los principales fabricantes de automóviles.

3.    El PP, con sus políticas neoliberalistas, que defienden el libre mercado capitalista como mejor modelo de crecimiento económico, tiene buena parte de culpa en que esa crisis internacional nos haya alcanzado.

La primera afirmación es de una obviedad casi angelical. Si hay una crisis mundial que afecta a las economías de todos los países del planeta, cómo no iba a castigar al nuestro. Y cuando hay crisis una de las primeras consecuencias es el aumento del paro. Ergo, en España hay paro porque existe una crisis internacional que afecta también a nuestro país. Ni el mismo Sócrates hubiera mejorado la contundencia del silogismo.

La segunda afirmación ya no resulta tan obvia.  En primer lugar, el hecho de que las cantidades de viviendas y de coches adquiridos por los ciudadanos constituyan indicadores de referencia para evaluar la marcha económica de un país (es decir, que cuando la cosa va bien se compran más, y al revés) no significa que sean estos dos sectores los únicos que las pasen celestes durante una crisis, pero la equiparación en términos de comportamiento económico del sector de la construcción en España con los de la automoción americana y alemana da lustre a aquél y equipara, subliminal y falazmente, la salud y los modelos económicos de los tres países, algo que es rotundamente falso. España tiene una elevada dependencia de los servicios para crear riqueza mientras que alemanes y americanos son países netamente industriales. En segundo lugar, Estados Unidos y Alemania no sólo son países inmensamente más ricos que España, sino que están acostumbrados a tomar medidas económicas tajantes y expeditivas cuando la ocasión lo requiere. Medidas, en algunos casos, de una elevada impopularidad que precisan de una audacia y de un temple político de los que por desgracia aquí carecemos. Medidas, en definitiva, cuya temprana implementación por parte de dichos países se verá recompensada con un acortamiento del período de vacas flacas.

La tercera aseveración, más propia de un tecnócrata que de un político, es la que mayor conocimiento de economía exige a quienes estén interesados en comprenderla cabalmente. El debate sobre políticas económicas neoliberalistas (o de ‘laissez faire’, partidarias de dejar hacer a la ‘mano invisible’ del mercado, que sabiamente sabrá llevar a buen puerto a las economías) frente a políticas económicas intervencionistas (en las que es el gobierno de la nación y no esa supuesta mano docta el que dispone la distribución de los agentes y las cantidades sobre el mapa económico para derrotar a los fantasmas de crisis y recesiones en el juego de la economía y alcanzar el casi utópico 'crecimiento sostenido') es ya antiguo y anda algo trasnochado; y hoy ha quedado relegado a tertulias crepusculares de obstinados teóricos de la materia. Las tendencias actuales se orientan más hacia una adecuada combinación de ambas teorías en función de la índole y las características del panorama económico con el que haya que lidiar. Sí es cierto que, en situaciones de adversidad económica como la que estamos viviendo, es imperativa la intervención de los gobiernos para evitar situaciones catastróficas, como de hecho ha sucedido en casi todos los países desarrollados (en el resto, por desgracia, llueve sobre mojado) a través de inyecciones monetarias procedentes de las arcas públicas de sus respectivos gobiernos. Culpar, por tanto, de la crisis en España a supuestas políticas que está por demostrar que alguna vez se establecieran no hace sino poner en evidencia lo mal informados que están los adláteres que ponen tamañas sandeces en boca de todo un presidente de gobierno. 

(Comento lo que dijo Zapatero por la relevancia de dichas afirmaciones viniendo de quien vienen. Si las aseveraciones comentadas hubiesen tenido otro origen de igual o parecida relevancia no hubiera sido menor mi interés por ellas ni se hubiese visto condicionado en modo alguno el sentido de mi breve análisis.)

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