Ir al contenido principal

La Corona II


Los responsables de la campaña para rehabilitar la imagen de la Reina han decido que el método más seguro para que no quede rastro alguno de sus extemporáneos comentarios es darle marcha atrás al reloj y devolver al ignoto universo de la Nada lo sucedido en los últimos días. Procediendo de esa manera esperan eliminar hasta los recuerdos, porque si algo ha pasado no se puede guardar memoria de ello. Pero como no detengan pronto esa inversión temporal van a pasarse tres pueblos y acabarán por devolver a la Reina su virginidad, y nos quedaremos sin saber cómo acabará la ‘separación-temporal-para-reflexionar-cómo-demonio-nos-mandamos-a-tomar-por-culo-guardando-las-apariencias’ que mantienen los Duques de Lugo, porque la Infanta, como es de cajón, no habrá podido nacer de una Reina virgen. Los plebeyos, en cambio, no tenemos esa clase de problemas. Ahí está Jesús de Nazaret, sin ir más lejos, para dar testimonio de ello, claro que mira cómo acabó, que vaya usted a saber si su trágico final no fue un castigo de los dioses paganos –que estaban antes, no lo olvidemos- por haberse atrevido a nacer sin concepción materna previa.

Hay una frase especialmente entrañable que dice la Casa Real que jamás dijo la Reina a Pilar Urbano que dice (la frase, no la periodista): “No creo en la sangre azul, toda la sangre es roja; el primer rey que hubo en el mundo, un minuto antes de ser rey, era plebeyo”. Es un comentario especialmente sesudo para venir de quien viene pero al que no le falta un ápice de razón. Cabría apostillar aquí, siguiendo con las obviedades, que el primer príncipe que hubo en el mundo, un minuto antes de serlo, era un feto, o un nascituro (ojo, no confundir con Nosferatu, ser demoníaco de afilados colmillos aficionado a beber a morro la sangre de sus víctimas, que jamás pertenecían a la realeza, porque la sangre azul le provocaba unas resacas horrorosas. Cuentan que al tal Nosferatu lo reclutó una conocida entidad bancaria en calidad de adiestrador de sus directores de sucursal, entidad donde casualmente el ‘rojo sangre’ reluce, relumbra y rutila sobre su flamígero logotipo, que utiliza para amedrentar a sus hipotecados clientes, que están con el agua a un cuello perlado de boquetitos de colmillo) o que el primer rey muerto, un minuto antes de estar muerto, estaba vivo (esto de estar vivo antes que muerto sí que ocurre indistintamente entre nobleza y plebe).

Y mientras en este país se dirimen tan conspicuas cuestiones, Zapatero se arrastra por otras tierras vistiendo un zarrapastroso atuendo que pasea con pesadumbre, fingiendo renquera y con un parche en un ojo, al tiempo que salmodia tan monótona como estérilmente que le conceda una limosnita, por tus muertos, payo, a cualquier mandatario del G-20 que, inadvertido por sus compañeros de club de la presencia del pertinaz mendigo, haya salido a por tabaco al kiosco de la esquina.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.