Ir al contenido principal

El pirata fantasma


El otro día soñé con el fantasma de un pirata. Me extrañó al principio que luciese un sombrero blanco, tan blanco como el parche que llevaba en el ojo. Tan acostumbrados estamos a que los piratas luzcan parches negros que no caí en la cuenta de que un fantasma, aunque sea el de un pirata, no deja de ser en cierto modo la parte oculta del ser humano del que emanó, y por tanto también en cierto modo su opuesto. Así que nada más lógico que el fantasma de un pirata lleve parche y sombrero blancos. El fantasma, en mi sueño, parecía querer decirme algo, pero había algo que impedía la comunicación, bien porque él no pudiese hablar, bien porque yo no consiguiese oír. La situación se tornó angustiosa por lo duradera, demasiado para tratarse de un sueño, y temía yo que acabase derivando en pesadilla si no lo era ya, claro que el análisis de un sueño mientras lo estás soñando difiere necesariamente del que se hace despierto y a trasmano, cuando sólo se tienen los recuerdos del sueño como elementos de juicio, recuerdos que seguramente son fragmentarios e incompletos, cuando no distorsionados. El pirata –mejor dicho, el fantasma del pirata- porfiaba en querer decirme algo, tal vez avisarme o prevenirme, pero yo seguía sin entender el mensaje. Por fin desperté y pasé el día dando vueltas al enigmático sueño ¿Qué quería decirme el fantasma? A finalizar el trabajo preferí caminar hasta mi casa en vez de tomar el autobús. Al pasar frente a la puerta de una iglesia un mendigo me pidió limosna. Se la negué. Oí que me decía con voz de ultratumba “luego no digas que no te avisé”. Me volví y vi alejarse una figura extraña, no daba la impresión de ser un vagabundo. Giró un momento la cara hacia mí y comprobé que tenía un parche en un ojo, un parche blanco. Entre las manos sostenía un sombrero que bien pudiera ser de pirata.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.