
El mejor remedio que conozco para combatir el bloqueo creativo es hacer el indio. Cuando te comportas como un descerebrado te autoinduces un proceso de descerebración que anula la parte racional de la sesera –suponiendo que la tuvieses, la parte, digo, no el todo- dejando vía libre a la zona creativa para crear cuanto le apetezca sin la censura irritante de la vecina cabalidad. El mejor ejemplo que se me ocurre es Groucho Marx. Ese entrañable ‘cobrador del frac con lumbago’, como le llama un poeta de mi pueblo, era un especialista en hacer el ganso, un transgresor vocacional que convirtió su estrafalario comportamiento en un estilo de conducta que nadie más fue capaz o tuvo la valentía de asumir y también en un modelo de desconcierto basado en la paradoja y en el aparente absurdo. Groucho jugaba a hacer que jugaba a ser sensato para, en el momento menos esperado por el/sus compañeros escénicos, romper el molde y salirse del juego aparente y jugar a jugar genialmente el juego de ser él mismo, sembrando el desconcierto, apabullando, confundiendo, atolondrando, maravillando, avergonzando, irritando, enfureciendo y hasta matando con una frase lapidaria y sublime, acompañada casi siempre de uno o varios arqueos de cejas y un mordisco a su sempiterno habano. Groucho fue un poeta del desconcierto inducido por el atinado uso de su apabullante inteligencia creativa porque su cerebro carecía de racionalidad alguna, era invención continua en estado puro, su boca era el aspersor permanente de su caudal imaginativo. No había en él censura alguna y por consiguiente tampoco escrúpulos ni delicadeza, mucho menos remordimiento o sentimiento de culpa. Fue por ello el ser más puro que jamás haya existido y de camino –sin que le importara mucho ni poco- un alienado. Se le odia o se le ama, no admite términos medios. Este Quijote del siglo XX vivió para ser, como su homónimo literario, el azote de los mediocres, el flagelo de los ortodoxos y la fusta de los intransigentes. Nos legó la sabiduría de que para aprender a vivir para jugar hay que saber primero jugar para vivir. No la hemos aprovechado. Así nos va.
Comentarios
Me encata tu descripción de la persona-personaje, que junto a Einstein, me fascina del todo.
¿No podrías hacer algo así con el "físico-filósofo"?
Vendría bien este "azote de mediocres" en este mundo con la clase política más mediocre de todos los tiempos.