Hoy ha sido un mal día. He madrugado,
he tomado un desayuno indigesto, he resuelto con mucho esfuerzo
asuntos mañaneros sin duda concebidos para amargarme el día; he
tomado un almuerzo suculento que me ha sentado como un tiro; la
siesta, como siempre, ha sido un infierno; y solo una tarde de
agradable esfuerzo personal sin sentido práctico -no entraré en
detalles- me ha deparado la ilusión de una velada nocturna en la que
una cena compartida con una chica joven y bella que quiso para los
postres reservarme una sorpresa 'íntima' en un recóndito lugar
donde, si accedía a acompañarla, me desvelaría los arcanos
secretos del éxtasis sexual, consiguió animarme. Pero a los postres
estaba reventado y con la libido en las antípodas gracias a un plato
innovador a base de seso de cangrejo y criadillas de búfalo que me
desinfló la moral. Mi bella acompañante se fue diluyendo ante mis
narices por los efectos de un vino cosecha del 54 que me transportó
a una época sin duda excitante pero de costumbres incómodas de
mantener en un restaurante postmodernista situado en el culo del
mudo. La acompañé anhelando una promesa erótica que me
arreglara el día. El apartamento de diseño me mareó. El chulo de
la simpática chica hizo el resto. Estoy muerto y además jodido. Hoy
ha sido un mal día.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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