Una de las putadas de las
relaciones sentimentales es que tienen un fin. Unas veces -en el
mejor de los casos aunque suene tétrico- por el fallecimiento de uno
de los amantes, otras, las más por un desacuerdo en cuyo amplio
espectro es imposible profundizar. En resumen, que se acaba; finito.
Yo he pasado por varias y puedo atestiguar que lo peor es siempre el
final. Una putada muy didáctica que nos muestra en un periodo
relativamente corto la brevedad de la vida. Si reponerse y subsistir
como acto reflejo de supervivencia tiene sentido es algo que se
escapa a mi entendimiento. Porque vivir con dolor, con ese tipo de
dolor, comprendo que sea cuestionable y haya quien opte por no
sufrir. La vida es corta y debe ser acometida con intensidad, por eso
cuando a causa de una pena de amor languidecemos el recurso de
'adiós, muy buenas' debe ser entendido y disculpado. Pero siempre
podemos elegir lo contrario y apechar con la pena a pecho
descubierto. Esta opción es la preferida de las mujeres, obviando la
metáfora, porque han nacido con dos cojones, obviando de nuevo la
metáfora. Ya quisiéramos los tíos tener los huevos con que se
enfrentan a la vida y sus avatares las tías. Sin metáfora que
valga.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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