Ir al contenido principal

Día del Carmen


Con este calor no hay quien se concentrrrrrre (ha caído una gota de sudor sobre la tecla ’r’ y, al ir a limpiarla, miren el estropicio que he armado). Hoy es el día del Carmen en mi pueblo y desde las doce de la noche pasada no cesan de bramar los petardos y los cohetes de colores (¿No hay crisis, pues ¡toma fuegos artificiales! Para espantarla –sí, sí…-); mis perros no saben donde esconderse; están entrenados para repeler el mejor planeado de los asaltos, pero tírate un pedo delante suya y verás cómo corren que se las pelan. Hay, dicen, psicólogos o pedagogos para perros –sonaría mejor perrogogos-, profesionales que indagan en la mente de los canes y los liberan de sus miedos para que sirvan a sus dueños con plena capacidad, devorando cuanto a éstos amenace, sea o no comestible –para los perros lo es casi todo, como para los humanos y los cerdos-, guardando y salvaguardando la parcela, finca o latifundio donde moren sus amos en función de sus fortunas.

Este día, el del Carmen, los pescadores trasladan una imagen de la Virgen del Idem de un sitio hacia otro para no sé bien qué propósito, pero debe de ser algo de importancia, porque la multitud se agolpa apretujada para no perderse un vaivén de la barca donde la Virgen es zarandeada por el bamboleo levantisco del mar durante el trayecto.

Mientras, los petardos y los cohetes resuenan con brío renovado para que se entere media Europa que en un pueblo marinero del mediterráneo español también sabemos armar ruido, igual que los iraníes, que no son los únicos capaces de amedrentar a medio Occidente, aunque ellos lo hagan desde Oriente Medio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.