Ir al contenido principal

Has vuelto


Has vuelto a mis sueños. Me asaltas de madrugada y te introduces en mi mundo sin pedir permiso, arrasas mi inconexa realidad hecha de recuerdos desvirtuados y desgarrados jirones de vida que no se han acabado de desprender, pones un poco de orden aquí, algo de desorden allá, compones y descompones a tu antojo lo único inquebrantablemente mío, el jardín prohibido que invento cada noche para refugiarme en él, para ponerme a salvo de la otra vida que no sé manejar, que me desborda y me zarandea como un vendaval a una mariposa. Por eso fabrico en mis sueños una realidad a mi medida, en la que todo obedece a un orden diseñado por mí para mí solo, donde soy feliz por unas horas que a veces valen por toda una vida. Y apareces tú de nuevo, ahora que te creía olvidada, que me sentía seguro entre mis flores y mis abejas, intocable. Ni eso respetas, ni lo más sagrado. Nunca lo has hecho.

No quiero hablar contigo, no te voy a seguir el juego; sé que si lo hago al final me convencerás de que tienes razón, de que es lo mejor para mí, de que me convienes. Y eso es mentira; arruinas lo mejor de mí mismo, me devoras los sentimientos, me robas mis fantasías, me destruyes poco a poco, cada noche, en cada sueño. Siempre lo has hecho, y no vas a parar hasta que te acompañe, porque eso es lo que quieres, que me vaya contigo, que lo deje todo por tu compañía, por tu eterna, acaparadora compañía que me vuelve inconsciente de mí mismo, que me priva de mi identidad, de mi consciencia, de mi inconsciencia, de mis sueños, de mi vida. Mañana por la noche voy a construir otro jardín en un lugar escondido, tan recóndito que ni yo mismo sepa encontrarlo de nuevo, y antes de abandonarlo, antes de despertar, lo destruiré y borraré todas las pistas de que existió alguna vez, y aunque eso me condene a la tarea agotadora de construir y derruir uno nuevo cada noche, a un esfuerzo sin más sentido que nacer y morir para sí mismo, sin otro fin que el de perpetuar su agonía, como el de Sísifo, lo haré con agrado si consigo burlarte, ¿me oyes?, te juro que lo haré. Me da igual que te rías, que pongas esa cara burlona de pícara sabihonda, ese gesto de soberbia incombustible que alimenta con cada sonrisa tu seguridad en ti misma, tu certeza de encontrarme allá donde vaya, que incluso propicia una migaja de lástima que me arrojas como un mendrugo de pan a un perro desahuciado por mi infantil insensatez de creerme capaz de huir de ti, de despistarte de una vez y para siempre.

 Sé bien que esta vez te ha costado encontrarme, lo noto en el poso de enojo y de alivio que desluce tu irónica mirada, tu impecable mirada, esa mirada tuya despiadada como el hacha de un verdugo, implacable como la venganza de un desposeído, corrosiva como la bilis de mi impotencia, estremecedora como la risa de un desquiciado. Tuve que morir y nacer de nuevo para casi lograrlo, pero tu instinto imperturbable de hiena hambrienta te ha puesto sobre mi pista y me has vuelto a encontrar; una vez más. Y vienes a amargarme los sueños, lo único consoladoramente mío, mi paraíso privado, mi otra vida, tal vez mi verdadera vida. Y sabes que pelearé por no dejarme atrapar, que me defenderé del único modo que me es permitido: huyendo. Ya casi no te oigo, tus palabras sibilinas y perturbadoras se disuelven con mi inconsciencia en la frontera del sueño, salgo torpemente de mi jardín y te dejo en él, sonriendo y despidiéndome con tu mano, hasta esta noche, gritas, para que esas palabras sean el último y único recuerdo que guarde de este sueño que termina mientras despierto, para que el peso de un miedo indefinido me oprima el pecho durante el día, durante otro día.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.