Ir al contenido principal

La sedición


Me da no sé qué confesarlo, pero creo que me estoy volviendo loco. Llevo semanas dándole vueltas al asunto y cada vez encuentro más indicios que me llevan a esa conclusión. Mi mente está actuando por su cuenta, al margen de mi voluntad; es como si me estuviera desdoblando, pero no para producir dos personalidades diferentes, sino más bien se trata de una especie de sedición de la totalidad de mis neuronas, que aunando sus esfuerzos en la misma dirección, tengan por objetivo adueñarse de mi cerebro y constituirse en algo así como un territorio independiente, aunque no logro imaginar su naturaleza (¿cantón, provincia, estado?); aunque sé que el fin último es enajenarse de mí, de mi cuerpo, emanciparse de un órgano enfermo que las constriñe, que limita de continuo sus ansias de volar, de explorar nuevos territorios y exóticas posibilidades, realidades que intuyen sin conocerlas, universos mágicos donde todo es posible, espacios inexplorados por la imaginación, en fin, todo aquello que hasta el momento no han experimentado, ancladas como están a la rémora de un cuerpo desagradecido que sólo piensa en sí mismo, que jamás se ha preocupado por, ni atendido las necesidades que toda neurona saludable demanda.

Como resultado de esta sublevación, vivo desde hace unas semanas con el miedo metido en el cuerpo, un miedo inconcreto y absurdo que sé ficticio, inducido por mis neuronas, que se valen de él como una herramienta de combate. Sufro ataques de ansiedad en los momentos más inoportunos, y este hecho es el que me puso de cierto sobre la pista de la trama de mis neuronas, porque es mucha casualidad que justo cuando estoy en la cama con alguna chica me entren, como consecuencia de un subidón de adrenalina psicógeno, tales retortijones que me obliguen a ocuparme de remediarlos cuanto antes, quedando la anterior tarea a medio hacer y ya desprovista de todo erotismo (¿qué mujer mínimamente sensible se avendría a continuar los escarceos amorosos con un tío que viene de cagar?). También me han sobrevenido ataques ansiosos estando, por ejemplo, en un urinario público y un tío se coloca en la pileta adyacente: enseguida se me corta el chorro y tengo que fingir que he acabado e irme con la vejiga medio llena y de mala leche. O en algún aeropuerto o estación del Ave, donde como es natural todo el mundo está hablando por el teléfono móvil, apéndice imprescindible en tales lugares para no parecer un lerdo que viaja por viajar, sin otro motivo que el placer de hacerlo, y no para llegar a tiempo a una reunión de vital importancia para alguien que ni siquiera conoces y que jamás te va a agradecer tus esfuerzos para que la presentación del producto ante los clientes potenciales quede de cine. Pues justo ahí, en esos espacios donde la conversación telefónica con gran aparato gestual y vocinglero es fundamental, me da un ataque de ansiedad y no atino a marcar bien el número, así que tras varios intentos infructuosos decido fingir una conversación para que nadie se me quede mirando; y lo paso fatal, porque fingir preguntas y respuestas creíbles con una taquicardia encima cuesta lo suyo. 

Y así, pues un montón de situaciones embarazosas, cuando no delirantes. Pero ahora sé con seguridad que la culpa es de mis neuronas sediciosas e ingratas, y todo indica que su estrategia de combate para conseguir la independencia es un despliegue de ataques de ansiedad sorpresa que vayan minando mi moral hasta conseguir que me vuelva loco. Aunque no les voy a dar el placer, ¡faltaría más!, eso ni en broma. Ya he hecho mis averiguaciones y con la información recabada he llegado a una conclusión: contraatacaré. ¿Cómo? Es tan sencillo, tan evidente, que cuando la vean venir ya será tarde para ellas, no podrán defenderse; y se acabará para siempre el conato de revolución. El único inconveniente es que no tengo muy claro cómo me las arreglaré después de que me practiquen la lobotomía. ¿No sería más sensato dejarlas hacer y volverme loco? Al fin y al cabo, este mundo es una locura.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Así que tus hormonas han decidido ser libres por cojones.Pues les tendrás que plantar cara con otro par. Lo de la lobotomía, ni hablar. No ibas a disfrutar de los resultados. Más bien la solución la veo como un ten con ten testicular. Una semilucura puede ser hasta saludable.
Y me voy a ir a dormir, si puede ser, porque mis hormonas también se van a soliviantar.
Unknown ha dicho que…
Se me ha olvidado preguntarte ¿Cuando intentas volver a tus escarceos amorosos después de cagar, puedo decir esta vez que es una frase escatológica?
Unknown ha dicho que…
¿Te das cuenta a dónde puede llevar este metabolismo lunar descontrolado que padezco? Confundo hormonas con neuronas, que quizás algo tendrán que ver, y puede que todo sea por una cuestión testicular, que en principio a mi no me tendría por qué afectar.
Luis Recuenco ha dicho que…
La frase no es escatológica, sino un tanto soez, pero en estas cuestiones el sentido estético es muy variable y subjetivo, como casi en todo lo que entrañe hacer uso de algún criterio no muy específico.
Unknown ha dicho que…
Está claro que la escatología y yo no nos ponemos de acuerdo. Según dicen, a los vascos la "gama marrón" nos mola. Yo no estoy de acuerdo; mi sentido estético subjetivo la encuentra soez en general.

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.