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Catástrofe aérea

Tengo que decir que soy piloto de avionetas, y aunque para ello la preparación requerida diste mucho de la que se exige a los pilotos de grandes aviones, hay conocimientos elementales comunes. Por ejemplo, que aunque sea siempre recomendable evitar tormentas, atravesarlas no tiene por qué entrañar un peligro grave para el avión, a no ser que el fenómeno atmosférico sea excepcionalmente grave. Si además el aparato es de alta fiabilidad, como suele ser común en aviones  comerciales, el riesgo de siniestro es mínimo. Por eso no doy crédito a las ambiguas noticias sobre el accidente del avión de Air France desaparecido en el Atlántico. Ambiguas y contradictorias; y para colmo insuficientes. Descartada la posibilidad de recuperar la caja negra, sólo cabe preguntarse por qué se desatendieron hasta veinticuatro solicitudes de auxilio en el corto espacio de cuatro minutos. Graves negligencias se adivinan que no deben quedar sin dilucidar. Por la tranquilidad de los familiares de los fallecidos y de los viajeros que vuelan con asiduidad. 

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