Arranco una flor de un mandarino y no sé a quién mutilo, si al árbol o a la flor; tal vez he provocado el aborto del fruto que nunca nacerá de esa flor. La vida es complicada; hagas o dejes de hacer terminas por hacer daño de un modo u otro, queriendo o sin querer. Vivir es lastimar, y también ser lastimado. Vivir intensamente es herir y ser herido profundamente, a la altura del corazón. Hay gente que sobrevive con el corazón atravesado por un puñal, y no se quejan, sólo sufren en silencio con una sonrisa en los labios, la sonrisa de la valentía, del orgullo del íntegro, del indomable. Otros en cambio van de mártires porque les aprietan los zapatos y no saben cómo salir de semejante horror; son los miserables entre miserables, los que no tienen perdón e irán sin duda al infierno de los cobardes, de los ingratos, de los egoístas. Hay dos clases de personas, las que viven y las que pasan por la vida, o la vida pasa por ellas. Las primeras asumen las consecuencias de vivir, las segundas las eluden o las derivan sirviéndose de diversos sistemas hacia los primeros. Es reconfortante saber que después de todo existen congéneres que nos facilitan la vida a base de no eludirla. Gracias.
Transcribo el prólogo de la autobiografía del filósofo Bertrand Russell escrito por él mismo: PARA QUÉ HE VIVIDO
Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad,esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura místicala visión anticipada del cielo que han que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin...
Comentarios
A una de ellas no podemos escapar. A las otras dos, como tú dices, o nos enfrentamos a lo que hay o huimos. Ser valiente siempre es muy duro. la carne es débil. Y esta vida es una selva. Un saludo.