Arranco una flor de un mandarino y no sé a quién mutilo, si al árbol o a la flor; tal vez he provocado el aborto del fruto que nunca nacerá de esa flor. La vida es complicada; hagas o dejes de hacer terminas por hacer daño de un modo u otro, queriendo o sin querer. Vivir es lastimar, y también ser lastimado. Vivir intensamente es herir y ser herido profundamente, a la altura del corazón. Hay gente que sobrevive con el corazón atravesado por un puñal, y no se quejan, sólo sufren en silencio con una sonrisa en los labios, la sonrisa de la valentía, del orgullo del íntegro, del indomable. Otros en cambio van de mártires porque les aprietan los zapatos y no saben cómo salir de semejante horror; son los miserables entre miserables, los que no tienen perdón e irán sin duda al infierno de los cobardes, de los ingratos, de los egoístas. Hay dos clases de personas, las que viven y las que pasan por la vida, o la vida pasa por ellas. Las primeras asumen las consecuencias de vivir, las segundas las eluden o las derivan sirviéndose de diversos sistemas hacia los primeros. Es reconfortante saber que después de todo existen congéneres que nos facilitan la vida a base de no eludirla. Gracias.
¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...
Comentarios
A una de ellas no podemos escapar. A las otras dos, como tú dices, o nos enfrentamos a lo que hay o huimos. Ser valiente siempre es muy duro. la carne es débil. Y esta vida es una selva. Un saludo.