El premio Nobel de la paz considera que la mejor manera de conseguir más paz en Afganistán es enviar 30.000 soldados de refuerzo. La lógica de su decisión es inapelable: más fuerza equivale a más paz. Y si alguien tiene dudas al respecto que le pregunte al Presidente de los Estados Unidos, quien diplomáticamente derivará la cuestión al premio Nobel de la paz para que nadie le malinterprete ya que sólo sigue los dictados del corazón de un egregio pacificador que sólo un azar imposible le ha podido conceder un parecido tan cabal con él mismo. El asunto es sencillo por más que algunos malpensados o simplistas insistan en complicarlo. Pasa como con el premio Planeta, que si quien lo recibe resulta que es escritor puede haber lugar a malentendidos. Yo propondría, para acabar con dudas y suspicacias, que se otorgara sólo a escritores de reconocida pluma el Nobel de la paz y a Presidentes de los Estados Unidos el Planeta; total, no se iba a notar la diferencia. Queda la cuestión de a quién se propone para Nobel de literatura, pero para eso está un servidor de ustedes y de quien haga falta, faltaría más.
¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...
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