Subo a la terraza y veo a Bvalltu desparramado sobre la tumbona, jadeando y con mal color.
-¿Te ocurre algo?
-Acabo de -inspiración prolongada que suena como un acordeón roto- hacer jooging, arfffffff -la expiración consiguiente-.
-¿Tú? Si no paras de meterte conmigo cuando entreno, ¿qué ha pasado para este cambio tan radical de costumbres?
Enciende un puro entre toses y escupitajos. Este chico va por mal camino.
-Quiero reverdecer.
-Querrás decir rejuvenecer.
-No, quiero decir recuperar mi color original de extraterrestre, que es el verde.
Es cierto, hubo un tiempo en que era de color verde; luego, la molicie y sus incontables vicios le mudaron el color; se fue volviendo marrón.
-¿Y haciendo deporte cambiarás de color?
-Eso creo, sólo necesito oxigenar los sensores periféricos de noradrenalina cuántica bipolarizada y el resto es pan comido, ¿capichi?
Parece que ha recuperado el resuello porque se ha jalado el puro de dos caladas.
-No, pero me da igual. Una pregunta: ¿cómo te motivas para correr?, tú que eres averso al menor esfuerzo.
-Me induzco una paranoia transitoria y corro que me las pelo lejos de cualquier lugar transitado, y como vivimos en el centro suelo llegar hasta los polígonos, donde, ya que estoy, aprovecho para pillar una china; luego cojo un taxi y vuelvo. Por cierto, el taxista está esperando abajo, le dije que tú le pagarías, no te importa, ¿verdad?
Se está liando un porro. Este chico va por muy mal camino.
Bajo, pago, subo. Cojo el bate de béisbol, descalabro a Bvalltu, me fumo el canuto. Contemplo la oscuridad estelar salpicada de puntos luminosos.¿Cómo es que las estrellas no iluminan la noche? ¿Por qué bailan?
Creo que me voy a desmayar.
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