Hace tanto tiempo que no escribo que
tengo la certeza íntima de que habría olvidado cómo se escribe si
alguna vez hubiera sabido escribir. Podría ofrecer mil excusas para
justificar este alejamiento de las palabras escritas, pero ninguna
sería cierta, de ahí que se las denomine 'excusas'. La pura verdad
es que soy un vago y un inepto que evita escribir porque poner
ciertas certezas sobre un papel me hace comprender la verdadera
magnitud de mi desidia. Trato de esquivar mis pensamientos alejándome
de todo aquello que los evidencie con su verdadera naturaleza de
inevitabilidad. Por eso no me acerco al teclado desde hace meses y he
convertido la excusa, cualquier excusa, en una rutina diaria para no
acercarme demasiado al territorio de las musas, ni caer en la
tentación de probar qué se siente tecleando palabras como era mi
costumbre.
Hoy he pasado de mi propia censura y me
he puesto a escribir estas líneas a ver qué siento. Y lo que siento
son cosas contradictorias, buenas y malas, alegres y tristes,
sentimientos en conflicto que imagino son la base de la vida. Creo
que he estado equivocado muchas veces en mi vida, y me parece que
este exilio literario autoimpuesto ha sido uno de mis mayores
errores. Espero volver a escribir, no me concibo sin escribir,
necesito escribir.
A partir de ahora solo hace falta ser
consecuente conmigo mismo y no traicionarme más. Dejarme llevar por
el dulce impulso de escribir y no tachar demasiado de lo escrito.
Solo se vive una vez, pero quien descubre los infinitos universos que
se pueden crear con las palabras, puede tener tantas vidas como
quiera.
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