La miré a los ojos y vi mi derrota. Eran ojos de diosa que usurpa los destinos de gentes que deambulan, como yo, en busca de sí mismos, ojos que nunca ceden a la tregua de un parpadeo. Yo no era diferente de los demás decapitados, que jugaron con ella en busca de la fama, del oro y las lisonjas, del mísero clamor de una voz ahogada en las gargantas antes de nacer siquiera. No quise, no pude, no sé cómo lo hice, pero no aparté los míos; clavando en sus pupilas el odio del menosprecio, no, del menospreciado, porque era eso, siempre había sido eso, para mí y para los demás decapitados. Nunca antes, no importa el tiempo ni el lugar, encontré otra mirada como la suya, tal vez la dejé ir, o no me importó, o sencillamente nunca existió. Ahora no sé nada, escribo con barro sobre una tablilla esperando el final del final en una celda oscura que comparto con las ratas, invoco recuerdos que me son vedados, la locura acabaría por determinar mi suerte, ese era todo mi consuelo. Aquellos ojos perpetuos, aquel excesivon peso de sus pupilas, aquella sabiduría imposible en su inerte mirada, inagotable mirada todopoderosa. Puso el tablero entre nosotros y colocó las piezas sin desviar sus ojos de los míos, proyección magnética de intensidad desesperada. 'Las blancas abren' me recordó humillándome. El resto, incluída mi cabeza rodada, estaba todo en su mirada eterna.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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