Soy un gnomo. Pasó hace apenas una hora. Mientras paseaba por mis naranjales vi una estrella fugaz yb deseé un ilusión, porque desde chico me han dicho que siempre se cumple lo que pides tras ver a una estrella fugaz. Y eso hice,deseé. Pensé en lo mal que va todo, en las familias que sobrevivien apenas sobre el umbral de pobreza, en los niños de países pobres condenados a matar y a morir sin vivir una vida verdadera. Pensé en lo mal que hacen las cosas los países ricos para solucionar los problemas del mundo, sospecho que por miedo a que una reestructuración del sistema les arrebatase parte de su riqueza. Pensé en los enfermos que no tinen cama en los hospitales porque no cotizan ni nunca han cotizado, porque no saben ni han sabido cómo hacer eso, o porque no han querido, simplemente, hastiados de tanta burocracia inoperante. Pensé en los errores de Dios, en sus aciertos, en su posibilidad. Tanto pensé que terminé vacío de pensamientos, me convertí en el ciudadano mediocre que siempre he temido ser; por eso al ver la estrella fugaz he deseado ser un gnomo, porque si eso es posible cualquier cosa lo es. Y ahora soy un gnomo. Nunca hay que perder la esperanza. La última esperanza, ahora lo sé, somos los gnomos.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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