Los resultados electorales de ayer dejan muy claro el descontento de los ciudadanos con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El voto de castigo ha sido contundente, pero sobre todo ha sido arriesgado. Y no hablo de Álvarez Cascos, sino de Bildu, un grupo político que sólo a última hora fue rescatado para las elecciones y cuya vinculación real con ETA nos será desvelada a lo largo del mandato de sus más de mil concejales elegidos en las votaciones de ayer. Y hablo de voto arriesgado porque me parece que muchos de los que han votado a Bildu como castigo al gobierno de Zapatero no saben dónde se han metido, ni dónde nos han metido. Los ciudadanos han votado al PP allí donde donde la única alternativa posible era ese partido; pero en zonas con fuerte espíritu nacionalista el voto ha ido a parar a formaciones políticas separatistas, lo cual es muy comprensible, porque ¿quién desearía pertenecer a un país subyugado por su propio gobierno? El problema es que Bildu es el último cachorro de Batasuna, el partido de ETA, y ha conseguido el 25% de los votos. Yo me pregunto si en el franquismo, Franco hubiese conseguido lo mismo. Gracias, señor Zapatero.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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