Ir al contenido principal

Una despedida

Aquí estoy de nuevo, amor, otro día más sentado en esta lápida de mármol bajo la que te encuentras. Demasiado pronto me has dejado solo, anclado a un mundo que solo existe ya en mis recuerdos y lamentando mi triste condición de vagabundo desesperado, de huérfano de tu amor; desamparado y perdido en una existencia vana y oscura y en la que solo me sostiene la evocación de cada minuto de nuestra vida en común, de aquellas risas incontroladas mientras paseábamos abrazados, de las complicidades y los pequeños gestos que eran el alma de nuestra relación. Una vida sin ti es una muerte constante, me siento incompleto, demediado, desgarrado, como si me hubieran amputado la mitad del alma, una víctima del terrorismo de dios, un paria. Vuelvo aquí como cada día, amor, con la esperanza de que, igual que cuando vivías, comprendas sin palabras lo que siento, lo que pienso, de nada serviría explicarlo en voz alta, podrían tomarme por loco aunque a estas horas el cementerio está vacío, podría tomarme por loco yo mismo aunque sé que los recuerdos y estas visitas apuntalan mi débil cordura. Sé que no sufriste, fue tan repentino todo, tan fácil en el fondo: una curva, aquella noche lluviosa, los faros inesperados que nos deslumbraron, luego nada. No recuerdo los detalles posteriores, yo también estaba como muerto, de algún modo te enterramos y yo vagué para encontrarte y para encontrarme, me aferré a este mundo sin ganas, solo para venir aquí cada noche y dejar a mi corazón hablar por mí, hay tanto que no tuve tiempo de decirte, me faltaron horas, días, siglos. Me has dejado muy pronto y no sé cómo vivir, este mundo me viene grande y no encuentro acomodo en él, vago, deambulo, trato de resistir, pero, amor, ¡cuánto trabajo me cuesta! Si te digo la verdad no sé dónde está nuestra casa, no la encuentro, se me ha borrado de la memoria, es como si se hubiera ido contigo, añorándote con cada uno de sus rincones, del mismo modo que mi alma te añora. Mi mente es pura confusión, un caos sin ti, como un edificio despojado de sus cimientos, cada nuevo día me asombra y me intimida, pasa sobre mí o a través de mí sin tocarme pero me deja la sensación de haber sido arrollado por un mercancías cargado de tiempo inútil. Y ahora qué, me pregunto a cada instante y no hay respuesta para eso, ni para nada, ¿qué soy ahora? ¿En qué me he convertido? ¿Hasta cuándo podré aguantar esto? Preguntas, preguntas y más preguntas. Y hoy, sin esperarlo, he intuido algo, he visto una débil luz y ha brotado una mínima esperanza. Los recuerdos no me han servido, pero tal vez me sirva el instinto, este nuevo instinto que poseo desde aquella noche fatal y al que no he querido escuchar porque me obligaba a separarme de ti, a interrumpir estas visitas a tu tumba, amor, a olvidarte. Pero ahora sé que debo obedecerle, es necesario, por eso he venido hoy por última vez, he venido a despedirme, amor mío, a darte el último adiós. Estas lágrimas que derramo ahora no existen, ahora lo sé, como el resto de mi persona física desde aquella noche fatal. Tengo que irme ya, no puedo demorarlo más, te quiero, te he querido y te querré más que a mi vida, esa vida que perdí junto a ti aquella noche funesta, amor. Debo volver, ahora para siempre, a mi propia tumba.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.