No creo en maleficios pero si en rachas
de buena o mala suerte. Hoy han eliminado al mejor equipo del mundo
con dos armas mortales: un excelente juego defensivo, un catenaggio
elaborado en su forma más sublime, pero sobre todo y a eso iba, una
concatenación de jugadas concebidas por el destino para perjudicar
al Barcelona a pesar de ser muy superior al Chelsea. Porque o estos
últimos cuatro años el equipo culé ha ganado tantos trofeos
gracias a justamente lo contrario, una casi imposible cadena de
aciertos en los momentos adecuados, algo muy improbable y hasta
antagónico con su juego de ballet sublime, o el duendecillo de la
mala hostia decidió esta noche pincharle los huevos a los del Barça
y ridiculizar al, repito, mejor equipo del mundo hoy día. No sé
cuánto más durará la magia futbolera del Barcelona, pero para bien
del fútbol y de los que apreciamos el arte, espero que al menos dos
temporadas más.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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