Desde que la agencia de
rating erótico Standar&Suck ha rebajado mi calificación sexual
a nivel de “Polvo Basura” con perspectiva negativa ligo menos que
Michael Jackson en una orgía con mujeres de verdad. No es que yo
haya sido o sea un don Juan precisamente pero tampoco tengo vocación
de monje o de cura (no me van los niños) y considero una injusticia
lo que han hecho conmigo. Los que se dedican a juzgar a los demás
con conocimiento del peso de su veredicto deberían recapacitar sobre
lo irónica que puede ser la vida. Por ejemplo, los sindicatos en
España se manifiestan ante cualquier medida que suponga o pueda
suponer un atentado contra el 'estado del bienestar', concepto éste
que nadie se ha tomado la molestia de explicar, menos los sindicatos.
Ahora resulta que un grupo de trabajadores despedidos por un
sindicato se manifiestan del mismo modo que lo harían compañeros de
empresas privadas, con la singular variante de que ningún sindicato
los va a apoyar. Y eso es algo lamentablemente irónico. Quienes
viven de juzgar (sin ser jueces, claro está) a los demás y alterar
con sus opiniones el destino de muchas vidas deberían recapacitar,
repito, sobre las ironías de la vida, porque la vida es ante todo
despiadada, por ser imparcial e importarle un comino lo que les suceda
a quienes la transitan y también porque le encantan las ironías
justicieras. Así que yo me esforzaré en mis labores amatorias para
que me suban la nota y recuperar un prestigio que a lo mejor no me
merezco pero que me vendrá de coña y los sindicatos deberían
esforzarse para no convertirse en una de esas empresas que tanto les
disgustan, y también caer en la cuenta de que si un sindicalista es
despedido por un sindicato porque a este no le alcanza el dinero para
cubrir su nómina, ese sindicato va camino de convertirse en una
empresa capitalista y despiadada que tal vez solo la creación de
otros sindicatos de segunda generación que velen por mantener a los
sindicalistas de primera generación en el 'estado del bienestar'
consiga mantener en pie la estructura deletérea de ese sindicato. Y
así sucesivamente. El único economista de renombre que acertó
lanzando una frase lapidaria respecto a la economía mundial fue,
creo, John Maynard Keynes cuando afirmó: “A largo plazo, todos
estaremos muertos.”
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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