El viajero vocacional es una persona
con inquietudes intelectuales, no menores que el pintor o el
novelista, puede que tal vez mayores, pero no en todos los casos, por
supuesto, aunque sí en aquellos de mayor vocación. De hecho, no es
inusual que el viajero vocacional sea también escritor o fotógrafo
(pero no ebanista). Viajar con la mente abierta y el espíritu
permeable es viajar hacia el conocimiento. Viajar sin otra meta que
llegar a alguna parte, dispuestos a reconocer que la gente siempre es
gente aún sin teléfono móvil, que un amigo es un amigo a pesar del
color de su piel o el corsé de su religión, que en todas partes se
sufre y se es feliz aun en condiciones muy adversas, viajar así es
un síntoma de avidez de conocimiento y sobre todo de tolerancia a lo
diverso, y eso pone al descubierto nuestra vertiente más humana,
más compasiva. Porque para tolerar las costumbres a veces bárbaras
y las intolerancias que existen por doquier hay que tener además
compasión. El auténtico viajero es un ser creativo y ávido de
conocimiento, pero sobre todo compasivo. Y la compasión es lo más
humano que llevamos dentro.
El viajero vocacional es una persona
con inquietudes intelectuales, no menores que el pintor o el
novelista, puede que tal vez mayores, pero no en todos los casos, por
supuesto, aunque sí en aquellos de mayor vocación. De hecho, no es
inusual que el viajero vocacional sea también escritor o fotógrafo
(pero no ebanista). Viajar con la mente abierta y el espíritu
permeable es viajar hacia el conocimiento. Viajar sin otra meta que
llegar a alguna parte, dispuestos a reconocer que la gente siempre es
gente aún sin teléfono móvil, que un amigo es un amigo a pesar del
color de su piel o el corsé de su religión, que en todas partes se
sufre y se es feliz aun en condiciones muy adversas, viajar así es
un síntoma de avidez de conocimiento y sobre todo de tolerancia a lo
diverso, y eso pone al descubierto nuestra vertiente más humana,
más compasiva. Porque para tolerar las costumbres a veces bárbaras
y las intolerancias que existen por doquier hay que tener además
compasión. El auténtico viajero es un ser creativo y ávido de
conocimiento, pero sobre todo compasivo. Y la compasión es lo más
humano que llevamos dentro.
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