Ir al contenido principal

Tiene narices

 Hay programas de televisión que son un asco, y otros que dan asco. Dentro del último grupo está 'Sálvame', o algo sí. Sus participantes proceden de ancestros reptilianos, por eso nunca se muerden la lengua, porque se envenenarían. Me he resistido a hablar sobre este asunto por pura vergüenza, pero es que están envenenado el país con pequeñas dosis diarias de toxinas. La señorita Esteban proclama acongojada que los últimos meses había actuado bajo la influencia de ciertas substancias de las que, tras un proceso de desintoxicación, se haya por fin libre. Entre lágrimas suplica la comprensión de sus contertulios para superar del todo el problema y a los dos programas se comporta de nuevo como miss maricoño, sin dejar títere con cabeza. Pero hija, estás en misa y repicando y pasándote por la nariz el supuesto amor que todo pueblo debe a su princesa.

En realidad no sé por qué demonios hablo de temas que me la traen floja. Será que tanta mierda te embrutece y te atrae como un enorme remolino marítimo haría con un barquito velero. O con el acorazado Michigan, porque estas escorias de la tele, comenzando por su director Jorge Javier, tienen una fuerza descomunal para engullir cerebros y lobotomizarlos.

Así que no os descuidéis que sin daros cuenta podéis acabar en rehabilitación y pidiendo perdón públicamente mientras os sonáis sonoramente la nariz al tiempo que le mentáis la madre a Teresa de Calcuta.

(los personajes aquí descritos son fruto de mi mente calenturienta, porque sería inconcebible que se dieran en la vida real.)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.