
-¿Qué haces? -pregunté
enfadado por el abrupto despertar.
-Querrás decir: “¿Quién
eres?”.
-Ya sé quién eres y me
gustaría saber por qué me despiertas, desgraciado.
-Qué amable, eres
realmente un tipo simpático, sobre todo cuando te diriges a
desconocidos.
-Tú no eres un
desconocido, eres un coñazo.
-¿Cómo que no soy un
desconocido? ¿Acaso me has visto antes?
-Desde hace un par de
meses no paro de verte, eres un coñazo, repito.
-Pues traté de pasar
desapercibido, veo que ni para eso sirvo.
-Eres torpe, pero
inevitable; vamos, entra, sé que tampoco me puedes evitar.
Y el gorrioncillo se
arrebujó entre los pliegues de mi manta.
Comentarios