Ir al contenido principal

Mis amigos


Me encantan los animales. Tengo seis perros, tres ponis y un loro. Los perros se comportan como cabe esperar en los perros; los ponis se pasan el día con la mirada atenta y fija en algún punto del horizonte, como si esperaran que algo ocurriese allí en cualquier momento; llevan así años.
El loro es alegre y parlanchín, me llama cuando quiere jugar y emite un sonido de honda pena cada vez que cojo el coche para salir de casa. Es curioso que me sienta más unido a estos bichos que a algunas personas que frecuento con demorada asiduidad. Será porque con ellos no tengo que hablar -aunque les hablo- ni darles explicaciones ni pedirles permiso para hacer lo que se me antoje. Nunca se enfadan conmigo y les parece bien todo lo que hago; nunca recibo reproches ni se instalan entre nosotros incómodos silencios. Los animales son comprensivos porque para ellos todo es natural y lo natural no está contaminado con el cinismo de la moralidad; los animales son seres amorales, carecen de perversiones y se dejan llevar por sus instintos; no mienten ni disimulan y su lealtad es inamovible. Mis perros, mis ponis y mi loro me enseñan cada día cómo debería comportarme para ser una buena persona, y yo a veces sigo sus mudos consejos. A cambio, no piden nada salvo un poco de alimento y mi presencia. Son mis mejores amigos. El loro se llama Juancho.

Comentarios

Recomenzar ha dicho que…
No tengo animales me gustan desde lo lejos No me comprometo a pasearlos y tratarlo con el respeto que se merecen
Pero admiro gente como vos
que son increibles

Entradas populares de este blog

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia ...

I dreamed a dream

La conocí en mis sueños. Apareció de repente. Era rubia, delgada y vestía una túnica azul cielo. Su risa repentina expulsó del sueño a los fantasmas habituales y me devolvió de golpe la alegría de soñar. Con voz coralina me contó un largo cuento que yo supe interpretar como la historia de su vida en un mundo vago e indeterminado. Sabía narrar con la destreza de los rapsodas y usaba un lenguaje poético que le debía sin duda a los trovadores. Todo en ella era magnético, sus ojos de profunda serenidad, su rostro de piel arrebolada, sus manos que dibujaban divertidas piruetas en el aire para ilustrar los párrafos menos asequibles de su discurso, los pétalos carmesí de sus labios jugosos. Cuando desperté me sentí desamparado y solo, más solo de lo que jamás había estado, empapado de una soledad que me calaba hasta los huesos. No me levanté y pasé el día entero en la cama deseando con desesperación que llegase de nuevo el sueño, y con el sueño ella. Soy propenso al insomnio, sobre todo cua...

Michael

Ayer murió Michael Jackson por disolución provocada. No es el veredicto médico exacto, pero es más exacto que el veredicto médico. Su difuminación comenzó a partir de su incapacidad para compatibilizar sus éxitos profesionales con sus fantasías de Disneylandia. Se creyó Peter Pan, pero con plenos poderes sobre su cohorte de pequeñajos, y le dolió menos la compensación económica de ciertos comportamientos con menores que la evidencia de que eran equivocados en esta sociedad, en este mundo que no era el suyo. A partir de esa certeza su tendencia etérea se acentuó, no sin antes confundir al mundo mostrando un cuerpo que ya no era el suyo. Por eso, viejo –muy viejo- aceptó por fin que ya era hora de marcharse, y lo hizo a lo Marilyn, sin dar ruido. Descanse en paz.